Nos encontramos acostumbrados ya a seguir los Juegos Olímpicos por la T.V. nacional, ya es casi un mito “urbano” esas dos medallas de oro conseguidas en los juegos de Sydney por Nicolás Massú y Fernando González; en donde las promesas por un deporte Chileno a nivel internacional vería frutos con creces a posteriori de estas hazañas con colores propios, y que luego vistieron con los colores patrios hasta el día de hoy.
En la actualidad, vemos como senadores se confunden incluso de ciudad donde se han obtenido resultados; como nuestros recintos deportivos; INE dice que existen aproximadamente 26.000 recintos en buenas condiciones, se ven desolados y se deterioran por el poco uso y cuidado de sus instalaciones. Si es para la risa, que hace un tiempo atrás viésemos por televisión como se remataban aparatos de gimnasia artística por deudas de la propia federación, y que estos estaban contenidos en el mismísimo CAR, que a poco andar basta darse una vuelta para ver lo despoblado que está. Por demás, los hermanos “menores” de éste recinto emblemático para el deporte chileno, los CER regionales, siguen una senda fantasmal, ya que en muchas regiones de éste largo país ni siquiera tienen un lugar físico de funcionamiento… ¿es así como pretendemos que el deporte nacional salga a flote?.
Seguimos entrampados en una ley que si bien regula y aporta para el deporte, restringe en muchos casos la posibilidad de emprendimiento a nivel organizacional (es fácil crear un club deportivo, postular un proyecto, pero difícil hacerle un seguimiento al proyecto y más aún al mismo club deportivo), y en otros da libertinaje desmedido en relación a los actores principales del desarrollo deportivo gracias a la política de masificación, pese a que los niveles de formación (así como en educación) deben ser personalizados, con altos índices de calidad en su entrega y por consiguiente con personal calificado idóneamente. Ahora bien, mucho de esta discusión debe nacer en “el alma mater” de cada especialista de la actividad física, que en distintos niveles debiese procurar afianzar para si una identidad deportiva, un referente o mejor un objetivo claro y delimitado en su accionar. No sirven los “quijotes” que se mantienen esperanzados que su dirigido será o pertenecerá a una élite deportiva nacional, mientras el instrumento público generador de estas instancias tenga graves falencias en su forma y estructura.
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